社会贡献

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La Iglesia de Dios juega un rol decisivo ayudando a las víctimas del desastre del tren subterráneo de Daegu, ofreciendo el 80% de todas las raciones

  • 救灾活动
  • 国家 | 韩国
  • 日期 | 2003年3月02日
ⓒ 2003 WATV
130 voluntarios sirven 3.000 platos al día

ⓒ 2003 WATV
La Iglesia de Dios ha venido realizando todo el día un campamento voluntario durante dos semanas desde el 21 de febrero. Este reportero visitó el lugar del accidente y el campamento.

Ahora, el número de voluntarios de distintos grupos alcanza un promedio de 900 al día. Entre ellos, 130 voluntarios son de la Iglesia de Dios. Durante dos semanas, 2.000 hombres-día participaron en las actividades voluntarias. Primero, pensaron que 40 voluntarios al día serían suficientes. Sin embargo, al incrementar rápidamente el número de platos, revisaron su plan.

Cuando este reportero visitó el campamento, los voluntarios estaban ocupados preparando el almuerzo. En grandes ollas inoxidables, hervían sopa de carne desmenuzada, y cocían el arroz; un delicioso olor llenaba el campamento. De esta manera, prepararon 3.000 porciones diarias. El primer día, sirvieron 600 platos pero el número se incrementó rápidamente. Lee Soon-pil, uno de los voluntarios, sonrió diciendo: “Desde el amanecer hasta el anochecer, nos movíamos afanosamente como abejas”. “Todos los días servíamos 3.000 porciones. Es el 80% de todas las porciones. Estamos felices de compartir el dolor de nuestro prójimo, en vez de estar cansados”, dijo Kim Du-seok, pastor de la Iglesia de Dios en el área de Daegu.

Buscando el sabor y la sinceridad

En la zona del accidente, se realizaron distintos tipos de servicio voluntario: tratamiento médico gratuito, consulta psicológica, limpieza, etc. Entre ellos, el servicio de comida ocupó la mayor parte. Al mismo tiempo, aproximadamente 40 grupos ofrecieron aperitivos como pan, agua mineral y tazas de sopa instantánea, pero los visitantes iban al campamento donde la Iglesia de Dios servía sopa caliente y arroz.

El Sr. Park, uno de los deudos, terminó de comer en el campamento de la Iglesia de Dios, y elogió a los voluntarios: “He estado comiendo aquí todos los días durante dos semanas; siento un afecto familiar de parte de ellos. El sabor de la comida es excelente, pero lo que más me reconforta es su sincera amabilidad”. Los mismos voluntarios iban a comprar y cocinaban con gran esmero.

Palabras cálidas de consuelo: “Deben comer para vivir”

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El campamento mide aproximadamente 21 m2 y pueden sentarse a comer 30 personas. Mientras este reportero reunía información, observando los alrededores del campamento, observó que estaba lleno de personas que comían o formaban fila esperando su turno. Los voluntarios explicaron a este reportero que al principio los deudos cerraron su corazón y evitaron tener contacto con el exterior, y no comían por el profundo dolor. Los voluntarios de la Iglesia de Dios les daban constantes palabras de consuelo: “Deben comer para vivir”, y les ofrecían comida. Ahora se están estabilizando lo suficiente para venir a este campamento y comer por su propia voluntad. En efecto, este reportero vio a algunos de ellos a gusto, tomando una taza de té después de la comida. Al verlos, este reportero pensó en la bondad humana y descubrió que el deseo de los voluntarios de compartir su dolor se había hecho realidad.

Se difunde el amor al prójimo
Personas de cada campo, que visitaron el lugar del accidente, animan a los voluntarios, compartiendo los alimentos en el campamento de la Iglesia de Dios

“Ustedes son los guardas de la ciudad de Daegu.”

Al campamento de los voluntarios de la Iglesia de Dios llegaron personas del sector público, periodistas y miembros de la Asamblea Nacional, además de las familias afectadas.

El 2 de marzo, un hombre de la estación de televisión TBC intercambió saludos con los voluntarios del campamento. Él manifestó: “He sido conmovido por los voluntarios que gustosamente realizan estos desagradables trabajos”. Él filmó las obras de los voluntarios durante dos días y las transmitió en su programa el 3 de marzo. Y el pasado 22 de febrero, Kang Shin-sung, un famoso actor de cine coreano y miembro de la Asamblea Nacional, visitó el campamento de la Iglesia de Dios y expresó su agradecimiento: “Parece que la Iglesia de Dios es un guarda de la ciudad de Daegu”.

Este día, se vio una extraña escena. Los líderes de cada religión, después de rendir homenaje a los fallecidos en una previa reunión en el altar monumental, visitaron el campamento de la Iglesia de Dios y comieron. Después de comer, un sacerdote católico lamentó la indiferencia del mundo religioso hacía la tragedia, y dijo: “Gracias a ustedes, hemos salvado nuestra imagen. En realidad, aunque muchos líderes religiosos visitan la zona, ofrecen donaciones y toman fotografías solo para figurar; este tipo de actividades como las de la Iglesia de Dios se encuentran difícilmente en otras organizaciones religiosas”.

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Y entre los visitantes habituales del campamento, hay periodistas que recogen información, quedándose en la zona. Hace unos días, el director de la KBS de Busán, que fue conmovido por los voluntarios, visitó una de las Iglesias de Dios de Daegu y escuchó la historia y doctrinas de la Iglesia de Dios; él espera ver a los voluntarios de la Iglesia de Dios en las Universiadas el próximo agosto.

Los ciudadanos de Daegu apoyan a los voluntarios, preguntando cómo pueden unirse a las actividades voluntarias

En la zona, suceden varios episodios. Uno de los deudos toma la mano de uno de los voluntarios con lágrimas en los ojos, y dice: “¿Por qué se preocupan, si las personas interesadas no se preocupan por hacer su propio trabajo?” Y uno de los deudos entregó silenciosamente cincuenta mil wones a los voluntarios, diciendo: “Espero que pueda ser usado para cosas buenas”.

Kim Jong-taek, uno de los voluntarios, que se tomó un día libre, dijo: “Estoy muy feliz de ver unidos a los deudos y voluntarios”.

De este modo, el amor de compartir las penas con el prójimo se difunde por toda la ciudad de Daegu; cuando los voluntarios van al mercado para comprar ingredientes para la comida, los vendedores les hacen un descuento del 50%; y algunos ciudadanos y deudos preguntan cómo pueden hacer para unirse a las actividades voluntarias de la Iglesia de Dios.

La Iglesia de Dios ha estado recolectando donaciones, que tarde o temprano serán enviadas a los deudos. Todos los miembros de la Iglesia de Dios desean que el sincero apoyo sea enviado a las familias.

“¡Tengo la gran obligación de amar a mi prójimo!”
Hwang Gwi-ja, pasajera del tren subterráneo N° 1080, escapó de la muerte de milagro

Humo negro y gas tóxico entrando por las grietas de las ventanas del tren subterráneo, completamente oscuro y gritos de la gente… Cada vez que recuerdo la trágica escena del accidente en la estación de tren Jungangno en la ciudad de Daegu, agradezco profundamente a Dios que salvó mi vida y la de mi hijo mediante la Pascua del nuevo pacto.
El 18 de febrero, el día comenzaba sin ninguna novedad. Como de costumbre, me dirigía por la estación del tren subterráneo para llevar a la escuela a mi hijo de seis años, Yeon-jun.
Hice que mi hijo se pusiera una bufanda y le compré una bebida en la máquina expendedora. Cuando llegamos, un tren pasaba la estación. En pocos minutos, llegó otro tren y subimos, y era el mismísimo tren N° 1080.

Los pasajeros estaban muy silenciosos hasta que el tren entró a la estación Jungangno. Cuando nuestro tren llegó a la estación, se veía humo de las ventanas del frente. Yo tenía que bajar en la próxima estación, la estación Balwoldang.

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Los pasajeros pensaron que podría haber algún incendio cerca del lugar, pero no sabían de qué se trataba. Al abrirse la puerta, y al ingresar humo denso y dañino, nadie podía salir del vagón.
“¡Cierren las puertas! ¡Nos estamos sofocando!” Las puertas se cerraron inmediatamente por la agitación de los pasajeros. Pensaron que todo estaría bien si tan solo pasábamos esa estación. Pero se quedaban sin aliento debido al gas tóxico que entraba por las junturas de las puertas.
La situación empeoraba. Fue entonces que recordé la Pascua. Me sentí aliviada al pensar que Dios me protegería por haber guardado la Pascua del nuevo pacto. Algunos versículos vinieron a mi mente.

Isaías 43:1-3 “Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti.”

Salmos 91:7-11 “Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás. Y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti,
que te guarden en todos tus caminos.”

Cubriendo mi boca y la de mi hijo con la bufanda, busqué a Dios. Yeon-jun estaba más calmado y seguro que yo. “Mamá, no tema. El Padre y la Madre están con nosotros, ¿verdad? No tema, mamá.” “Sí, tienes razón.” Yeon-jun y yo orábamos a Dios pidiendo su ayuda, agachados en el piso.

Los pasajeros gritaban pidiendo ayuda, llamando a todas partes por celular. “Hay un incendio en el tren. Vengan rápido.”, “Mamá, hay fuego en el tren subterráneo. Me voy a morir.”, “Mamá, por favor cuide a mis hijos por mí.”, “Ayúdenme.”

A través de un anuncio nos dijeron que esperemos y el conductor intentó arrancar nuevamente. Pero el vagón no se movía, y finalmente se cortó la electricidad. Aunque tenía que bajarme en la próxima estación, decidí salir de allí en ese instante. En el momento en que tomé mi bolso y el de mi hijo, la puerta se abrió como de milagro con un anuncio: “Todos los pasajeros salgan del vagón”. Fui empujada del tren con mi hijo.

No era la estación en la que usualmente bajaba, por eso el camino no era familiar. Subí por las escaleras en la completa oscuridad junto con otros pasajeros. Ellos también perdieron el camino y corrían en la confusión. En cada respiración inhalábamos gas tóxico. Subí por las escaleras, tomando de la mano a mi hijo, llorando: “¡Padre y Madre, por favor ayúdenme!”

Después de un momento, me encontré subiendo las escaleras, abrazando fuertemente a mi hijo. Desde arriba, vi el rayo de luz de la linterna del rescatista como la luz de vida. “Estoy viva. ¡Gracias Padre y Madre!”

Cuando salí de la estación, vi la bufanda de color negro y el rostro de mi hijo en malas condiciones. Limpié su rostro sin notar que mi rostro estaba cubierto de hollín, entonces inhalamos aire fresco.

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Ciertamente muchas personas salieron del vagón del tren junto con nosotros; sin embargo, nadie tomó el camino que nosotros tomamos para salir. No fue hasta después de cierto tiempo que escuché que las demás personas habían ido hacia la salida del centro comercial en el subterráneo. Nunca habrían imaginado que el muro cortafuegos de la entrada del centro comercial ya estaba cerrado.

Tomé un taxi al hospital más cercano por temor a que Yeon-jun estuviera herido. En el hospital, los médicos dedujeron por nuestros rostros cubiertos de hollín que éramos víctimas del accidente del tren subterráneo, por eso nos auxiliaron rápidamente. Aunque había inhalado mucho gas tóxico, aparte de los restos de humo en los bronquios, no se lastimaron mis vías respiratorias ni mis pulmones. Y lo mejor era que mi hijo estaba completamente bien.

Mientras estaba internada en el hospital por un simple tratamiento, mi hijo se burlaba de mí. “Mamá, es una cobarde. ¿No se olvidó de que el Padre y la Madre siempre nos protegen? Yo nunca temí.” Parece que él no se había lastimado nada porque su fe era mejor que la mía.

Nunca pensé que ocurriría un incendio tan grande al llegar al hospital. Escuché en la televisión y de parte del personal médico que por lo menos 200 personas murieron o desaparecieron. Doy muchas gracias a Dios. Las víctimas que llegaban al hospital daban lástima. El lesionado que estaba junto a mi tenía las vías respiratorias y pulmones lastimados por el humo caliente. Apenas podía hablar y gemía por el dolor.

Periodistas nacionales y extranjeros se juntaban a mi alrededor para entrevistarme, ya que mis cuerdas vocales no estaban lastimadas. La noticia de que Yeon-jun jugaba con buena salud fue transmitida bajo el titular: “Milagro del amor de madre” en vez de las palabras: “Dios nos salvó”. Pero mi esposo y todos mis parientes y conocidos, decían: “Es la voluntad del cielo”. “¡La mamá de Yeon-jun creía en Dios sinceramente, y Él la salvó!”

Después de estar internada durante cinco días, visité la zona del accidente. Cuando bajé por las escaleras de la entrada de la estación Jungangno, me estremecí por el repugnante olor.

Dios nos rescató a mí y a mi hijo del foso de la muerte. Los que estaban conmigo en el mismo momento, la misma estación y el mismo vagón se derritieron por el calor. Doy profundamente gracias a Dios que nos ha sellado, diciendo: “Mío eres tú”, con el nuevo pacto, el eterno pacto; Él nos escoge para que seamos de Él y nos salva incluso en el agua o en el fuego o en cualquier desastre.

Recordé la “Pascua” claramente en la situación extrema. Ahora proclamaré la Pascua del nuevo pacto fuertemente, pensando en las almas que murieron llorando en el fuego. Predicaré diligentemente el nuevo pacto, para que nadie más muera a mi alrededor sin conocer la promesa de Dios. Me esforzaré por cumplir la voluntad de Dios que nos salvó a mí y a mi hijo del gran desastre.