ⓒ 2002 WATV
El 31 de octubre, rostros desconocidos miraban alrededor de los mercados, algunos de ellos tocaban los productos y otros preguntaban los precios. Eran los atletas fiyianos. Los miembros de la Iglesia de Dios los acompañaban.
Los atletas fiyianos llamaron a los alentadores para la guía turística 
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Dos días atrás, el equipo de Fiyi visitó a los alentadores de la Iglesia de Dios pidiendo encarecidamente que guiaran su visita turística. La iglesia acepto su petición, y se emocionaron.
Al listar los productos, aumentaron sus expectativas. Pero al llegar al Mercado Internacional de Busán, se entristecieron y también los alentadores.
Un par de zapatos estaba 20.000 y un televisor usado 50.000. Debido a los altos precios, los atletas se desanimaron y solo miraron alrededor durante varias horas.
Los alentadores consolaron a los atletas con sinceros regalos 
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Sin embargo, ese decepcionante momento fue corto. Pronto recuperaron la energía; y según su deseo de visitar la Iglesia de Dios, los alentadores los invitaron a la iglesia y los consolaron con un sincero corazón.
Los atletas conversaron y cantaron juntos, muy emocionados. Algunos agradecieron la cálida bienvenida de los alentadores con un cuarteto vocal. Lo que más agradó a los atletas fueron los regalos esmeradamente envueltos, que eran relojes de mesa y diversos regalos.
Los atletas confesaron su desesperación después de visitar los mercados: “Realmente queríamos comprar televisores o zapatillas deportivas, porque la situación económica en Fiyi no es buena”.
Especialmente Domoni Atunais, quien pidió en varias ocasiones a los alentadores que los guiaran, repetía palabras de gratitud: “Gracias a su amabilidad, toda la desesperación desapareció. ¡Qué hermosos regalos!”
”Visiten nuestro país.” 
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Aparte del equipo de Fiyi, los alentadores de la Iglesia de Dios visitaron la aldea de los atletas y cuidaron de ellos atentamente, cocinando Bulgogi y dándoles algunos recuerdos.
En el aeropuerto, los atletas timorenses derramaron lágrimas, diciendo: “Muchas gracias. Me gustaría vivir en Corea”. Y los atletas fiyianos pedían que visitaran Fiyi, diciendo: “Aunque Fiyi es una pequeña isla, pueden encontrarla fácilmente”.
Los atletas de países pequeños no recibían atención incluso en la etapa de los juegos.
Al ver que sus corazones congelados se derretían por un poco de consideración y amabilidad, los alentadores cobraban ánimo.
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